sábado, 1 de marzo de 2014

Entre Hijar y Ayna

La ruta parte de la central Hidroeléctrica de Hijar en Albacete. Seguimos el camino situado a la derecha que sigue paralelo al río Mundo. Enfrente podemos contemplar las escarpadas paredes del cañón que lo protegen.




Seguimos la senda, una pequeña vereda irregular pero accesible, trazada entre matorrales que poco a poco se va adentrando en una zona más frondosa de árboles frutales. 



Un olivo del que penden aceitunas ya maduras y olvidadas destinadas a perecer en el mismo lugar que nacieron, la rama del árbol.


Granadas anaranjadas que cuelgan en el aire, y que nadie se ocupó de recoger, sirven de alimento para las aves. 



Un poco más adelante, nos topamos con Alcadima, una tranquila aldea que en su día fue y hoy simplemente está. Una diminuta población con vida que hoy en día está deshabitada. El silencio reina en este entorno y es interrumpido tan solo por el cadente rumor del agua que cae del caño al pilón.

                                                                      Fuente de Alcadima


Algunos de los que en su día poblaron Alcadima, o quizás sus descendientes, ya entrados en años, pasan el rato sembrando las huertas anejas al pueblo.
Las casas situadas a ambos lados del camino siguen en pie, pero en estado ruinoso . Lo que antes fueran viviendas llenas de vida se han convertido en casetas de labranza para guardar los aperos, la ropa de faena y los frutos que da la tierra. 


Atravesamos la pequeña aldea y las pequeñas huertas que la rodean. A ambos lados, cual árboles navideños adornando el camino, crecen vistosos granados pelados de hojas y cargados de hermosos frutos rojos, muchos de ellos picoteados por los pájaros.


Poco después, en un escarpado cerro cercano divisamos el Castillo de la Yedra, de origen musulmán, que data del siglo XII y del que se conservan únicamente parte de alguno de sus muros. Pertenece a la localidad de Ayna.

http://www.ayna.es/PatHistorico/CastilloYedra.htm





El día comenzó nublado, al principio de la ruta, incluso tuvimos la compañía de algunas gotas de lluvía. Casi al final del recorrido, tuvimos la fortuna de que despejara algo el cielo y entre alguna nube se colara algún rayo de sol. Un arcoiris fue el premio justo antes de llegar a nuestra meta. 






Finalizamos en las Salinas de Ayna. Al igual que el Castillo, son de origen árabe. Las construcciones siguen en pie, pero sus tejados derruidos. 


Se conservan en buen estado los estanques donde se depositaba el agua para su evaporación hasta conseguir la sal. 


Hicimos el recorrido a la inversa hasta llegar al inicio. Es una ruta fácil, agradable y muy recomendable. 
Si te ha gustado o quieres compartir algún dato sobre esta ruta, espero tu comentario.